domingo, 4 de mayo de 2014

COMENTARIO RESUELTO DE UN TEXTO LITERARIO ("LAS LETRAS" DE FRANCISCO UMBRAL

Las letras, el alfabeto, la escala de las vocales, el niño, a la sombra de la madre, pájaro ligero por el árbol de la gramática. Salta, va, viene, se equivoca de rama, vuelve a saltar, dice la a, la e, ríe con la i, se asusta con la u, vive.
Por ahí empieza la historia, hijo, empieza la cultura, el mundo de los hombres, ese juego largo que hemos inventado para aplazar la muerte. Las letras, insectos simpáticos y tenaces, juegan contigo como hormigas difíciles. Estás empezando a pulsar las letras, las teclas de un piano que resuena en cinco o diez mil años de historia.
Cada letra tiene un eco de lenguajes pasados, de idiomas milenarios, que tú despiertas inocentemente, como cantando dentro de una catacumba. Eres el paleontólogo ingenuo de nuestro mundo de jeroglíficos. Somos tus antepasados remotos, esfinges egipcias, dioses griegos, estatuas etruscas, dialectos nubios. Me siento –ay– más del lado de la Antigüedad que del lado de tu vida reciente. Se me incorpora una cultura de siglos que contempla impávida, fósil, tu pajareo alegre por sobre las losas del pasado. Cada letra es una losa que pisas, cada palabra es una tumba. Estás jugando en el cementerio, como los niños de aquella película, porque las palabras son cadáveres, enterramientos, embalsamientos de cosas. Tú, que eres todavía del reino fresco de las cosas, te internas ahora, sin saberlo, en el reino sombrío de las palabras, de los signos.
Francisco Umbral, Mortal y rosa.


1. Haga un comentario de texto del fragmento que se propone contestando a las preguntas siguientes:

a) Enuncie el tema del texto.

·         Recuerdo del autor del aprendizaje de su hijo de las primeras letras y la importancia que esto tiene para el ser humano

b) Detalle sus características lingüísticas y estilísticas más sobresalientes.

    1) Estructura interna:

     Podemos dividir el texto en dos partes:
     a) La primera parte va de la l. 1 a la l.3, y nos presenta la figura de la madre enseñando a su hijo las vocales.
    b) La segunda parte ocupa de la l. 4 a la l. 16, y nos presenta una reflexión del narrador con su hijo, sobre la importancia de la lectura para acceder al mundo de la cultura.

Nota: El libro Mortal y rosa es una reflexión en forma de novela, sobre la muerte, especialmente de su hijo, fallecido a los 5 años (el libro lo escribió Umbral durante la enfermedad y posterior muerte de su hijo).

2) Niveles lingüísticos del texto:

a) Nivel morfosintáctico:

·         A lo largo de todo el texto tenemos la presencia del tono enunciativo, ya que el autor nos evoca su recuerdo en un tono sosegado, melancólico, donde el dolor ya está asimilado. Sólo hay una interjección, “ay” (l.11), que surge como una queja silenciosa (ni siquiera lleva los preceptivos signos de exclamación).
·         El autor utiliza al comienzo del texto una serie de verbos yuxtapuestos, sobre todo en presente, que muestran la dinámica actividad del niño: “salta, va, viene (…) vuelve a saltar” (l. 2), y termina la serie con un verbo que tiene una clara connotación negativa, “vive” (l. 3), ya que sólo vive en el recuerdo del autor. Todos estos verbos en presente pretenden actualizar y recrear una escena que el autor guarda en su memoria.
·         Hay también otros presentes, como “empieza” (l. 4), con un valor cercano al presente atemporal (o gnómico), y los referidos al niño, como “juegan” (l. 5) o “están empezando” (l. 6), que nos llevan a acciones que estarán siempre en la mente, en el recuerdo del autor; por eso, en vez de utilizar el pretérito imperfecto, que hubiera sido más lógico, utiliza el presente.
·         A lo  largo de todo el texto, las oraciones no tiene demasiada complejidad, predominando las oraciones simples y las yuxtapuestas (l. 1, 2 y 3; o l. 10). También vemos la presencia de las oraciones atributivas, con el verbo ser, como “Cada letra es …” (l. 12/13, con la pretensión de dejar claras las ideas del autor hacia su hijo (estamos, en realidad, en  un diálogo imaginario de un padre que enseña a su hijo las verdades de la vida).

  b) Nivel léxico-semántico:

·         Al comienzo del texto se acumulan los sustantivos concretos (“letras, alfabeto, …, l. 1), y luego aparecen por todo el texto (“estatuas”, l. 10), pero también tenemos la presencia de sustantivos abstractos, como “historia, cultura” (l. 4) o “lenguajes, idiomas” (l. 8). Según el autor, de unos pasamos a los otros. Es decir, de la letra se pasa a la cultura.
·         En cuanto a los  adjetivos calificativos, la mayoría son especificativos, como  “ligero” (l. 1); “largo” (l. 4); “milenarios” (l. 8); “egipcias, griegos y etruscas” (l. 10). Pero también encontramos adjetivos cercanos al explicativo, y por tanto, con sentido ornamental y casi poético. Así, “difíciles” (l. 6); “ingenuo” (l. 9); “alegre” (l. 12) o “fresco” (l. 15) y “sombrío” (l. 15). Si los primeros sirven para precisar las ideas del autor, los segundos buscan dar un tono más literario al texto. 
·         A lo largo de todo el texto hay isotopía léxica con la repetición de palabras clave en el texto, como “letras” (l. 1, 5, 6, 8 y 12), que se convierte en el eje temático de todo el texto.
·         También podemos observar la presencia de tres isotopías semánticas referidas al mundo de la lengua, como vehículo de transmisión de la cultura (“letras, alfabeto, vocales, gramática, palabras, signos”); al mundo de la cultura unido a la Historia (“paleontólogo, jeroglíficos, esfinges egipcias, dioses griegos, estatuas etruscas, dialectos nubios, Antigüedad”); y, por último, al mundo de la muerte (“muerte, catacumba, losa, tumba, cementerio, cadáveres, enterramientos, embalsamamientos, reino sombrío”). Estos tres campos semánticos estructuran el contenido del texto respecto al diálogo/reflexión del autor con su hijo.
·         Incluso podríamos señalar la presencia de una isotopía fónica en las aliteraciones de “ríe con la i, se asusta con la u” (l. 2/3), que añaden un claro valor poético al texto.
·         Por último, señalar la antonimia “vida/muerte” que se produce a lo largo de todo e texto. Así, en un primer momento nos habla de vida: “el niño” (l. 1); “la madre” (l. 1); “el hijo” (l. 4). Luego, volviendo al pasado a través de la palabra “paleontólogo” (l. 9), llegamos al momento en que el autor nos habla de la muerte: “cadáveres, enterramientos, embalsamamientos” (l. 14), que nos acercan a esa connotación que tiene este texto sobre la muerte de su hijo.

c) Nivel textual:

·         Respecto a la presencia de funciones lingüísticas, podemos comentar las siguientes: Tenemos función expresiva, ya que el autor intenta expresarnos la ternura  y el cariño hacia su hijo, aunque sólo exista en su recuerdo ya, con expresiones como “el niño, a la sombra de su madre (…) vive” (l. 1/3); “Tú, que eres …” (l. 14/15). También la interjección “ay” (l. 11) expresa todo ese dolor del autor.
También tenemos la función conativa, ya que el autor se dirige a su hijo a través del vocativo “hijo” (l. $), como si le estuviera oyendo (es un diálogo imaginario como hemos comentado).
La función metalingüística aparece también ya que el fragmento, como hemos indicado, es una reflexión sobre el lenguaje (“Cada letra tiene …” (l. 8) o “las palabras son …” (l. 14).
La función representativa aparece muy escasamente. Podemos verla en “el niño, a la sombra ... (l. 1).
·         Vemos la presencia de una serie de deícticos personales referidos a su hijo, “tú” (l. 8 y 14); “tus antepasados” (l. 10); “tu vida” (l. 11); “tu pajareo” (l. 12) y “te” (l. 15), que junto con el “Me” (l. 10 y 11), forman ese diálogo imaginario al que nos refeeríamos antes.
·         Los deícticos temporales que aparecen en el texto “cinco o diez mil años” (l. 6/7) junto con “Antigüedad” (L. 11) o “siglos” (L. 12) Aparecen para marcar la diferencia entre la vida reciente de su hijo y el peso milenario de la cultura.
·         Los deícticos espaciales “egipcias, griegos, etruscas, nubios” (l. 10) tienen  el valor de situarnos en periodos brillantes de las culturas antiguas.
·         Respecto a la presencia de marcadores textuales, no hay muchos, ya que el autor utiliza numerosas enumeraciones, y los elementos se van acumulando en su memoria sin elementos de enlace. Podemos destacar la presencia del marcador aditivo “y” (l. 5) y del causal “porque” (l. 14). Debido al carácter casi poético del texto, los marcadores casi desaparecen, ya que el autor va a lo esencial.


3) Características estilísticas:

·         Lógicamente, tenemos presencia de la función poética, muy numerosa, debido a la multitud de figuras literarias, sobre todo de metáforas: “pájaro ligero …” (l. ½); “juego largo …” (l. 4/5); “las letras, insectos … (l. 5). Estas metáforas, junto con otras como “las letras, las teclas …” (l. 6); “paleontólogo ingenuo” (l. 9); “tu pajareo alegre” (l. 12); “las palabras son cadáveres …” (l. 14) contribuyen a dar un tono claramente literario y casi poético (estamos cerca de la presa poética en el texto de Umbral).
También encontramos símiles, “como hormigas” (l. 5/6); “como cantando …” (l. 9) o “como los niños” (l. 13/14). No olvidemos tampoco las personificaciones, como en “una cultura (…) que contempla” (l. 11/12) o las enumeraciones (l. 1, 2, 10 y 13) numerosas que completan el alto nivel literario del texto.

·         Al ser el texto una narración, nos tenemos que fijar también en los siguientes aspectos:

1) El tiempo:

·         El tiempo externo se refiere a un pasado en que el hijo estaba vivo (lo podemos situar en los años 70 (que es cuando el autor escribe esta obra. En cuanto al tiempo interno, corresponde a una época feliz en la memoria del del autor. Pertenece a sus recuerdos, por lo que utiliza una evocación retrospectiva (analepsis) a través de un recuerdo que el autor actualiza mediante los tiempos verbales (ya comentados) y que pretende situar la escena en el presente del autor (l. 2).

2) El espacio:

·         El autor nos crea un espacio no físico sino subjetivo, que podemos situar en su memoria, en su mente. No hay situación real, física, de la escena de la madre y el niño (l. 1/3); luego, el espacio se va diluyendo en la mente del autor. Por tanto, no hay ubicación del espacio físico que muestra el autor.



3) El narrador:

·         El narrador aparece, en el primer párrafo, en tercera persona del singular (“salta, va, viene” , l. 2) para marcar la distancia entre lo que observa, la madre y el hijo juntos, y él. En el segundo, el escritor se incluye en la escena mediante el uso de la primera persona del plural (“hemos inventado”, l. 5). En el tercer párrafo, aparece la primera persona del singular (“Me siento”, l. 11). Incluso aparece la segunda persona del singular referida al hijo (“Estás empezando”, l. 6; “despiertas”, l. 8; “Eres”, l. 9; “Estás jugando” o “te internas”, l. 15).
Este cambio de personas se produce porque es un narrador-testigo-protagonista (el propio Umbral), que nos va a ir contando sus experiencias y recuerdos en lo relacionado con su hijo. Es también un  narrador omnisciente (“te internas ahora …”, l. 15) en algún momento del texto.
·         La forma narrativa que adopta el texto es el monólogo interior, casi podríamos decir que es un fragmento de “fluir de conciencia” (aunque no llega a ser “escritura automática”). Es más bien, una especie de diálogo fingido con el hijo muerto. Es como si hablara con él y se dirigiera a él en todo momento.

c) Indique qué tipo de texto es.

·         El texto es fundamentalmente narrativo, ya que comienza con la evocación de una escena familiar: el niño, junto a la madre, se inicia en el mundo de la lectura, mientras que el padre los observa. A continuación, comienza la parte reflexiva del texto, en forma narrativa también, sobre la importancia de las letras para acceder a la cultura.
·         Estamos, por tanto, ante un texto fundamentalmente narrativo (cercano a la prosa poética, ya que tiene una clara intención lírica). Pertenece al género de la novela y es, lógicamente, un texto literario que pertenece a la novela Mortal y rosa de Francisco Umbral, escritor de la novela posterior a la Guerra Civil.

2. Redacte un resumen del contenido del texto.


·         El narrador, que es el propio autor, Umbral, a partir del hecho de ver a su hijo adquiriendo el significado de las vocales enseñadas por la madre, reflexiona en un diálogo figurado sobre el proceso de adquisición de la lengua, sobre el valor de los signos lingüísticos en la Historia y la cultura de la humanidad.

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